¿QUIÉN INVENTÓ LA PICADA?
Si bien no todas las preguntas tienen respuesta, esta en particular intrigó al gran Roberto Fontanarrosa quien imaginó una paternidad para esta noble ingesta.
Muy lejos de las picadas vegetarianas, de las picadas gourmet y cualquier otra versión cercana al Siglo XXI, el humorista gráfico y escritor rosarino encontró el origen en su aldea: La picada ¿Una creación rosarina?
Según el relato de Fontanarrosa el origen de “la picada” es producto de una casualidad, una casualidad atribuye su origen a todos los ingredientes preparados para elaborar el locro. Si, si… leyeron bien, el locro, el plato criollo por excelencia.
La picada: ¿Una creación rosarina?
Para comprender y conocer la teoría de la picada, compartiremos un extracto de este cuento.
Así comienza
“La frase se atribuye al urbanista y pensador español Tristán de la Cajuela en ocasión de su visita a Rosario, en marzo de 1922.
—Cuán creativos seréis los rosarinos —dijo don Tristán, en la inauguración de la Verbena del Centro Andaluz— que el mismísimo general Belgrano eligió esta ciudad para crear la Bandera.
Tan reconocida creatividad ha permitido otros incontables aportes, algunos de ellos prácticamente ignorados por el saber popular. Por ejemplo, pocos rosarinos conocen que, lejos de designios tan elevados como el de la creación de nuestra enseña patria, pero cerca de los placeres cotidianos y domésticos, Rosario fue cuna del fenómeno gastronómico conocido como “picada”.”
Un par de párrafos más abajo, continua.
“Quien nos acerca a la verdad histórica, sin embargo, es Héctor Nicolás Zinny, en su ensayo “El maní en la cocina criolla”, donde dice que la picada se origina, como tantos otros adelantos, en un hecho fortuito.
En 1896 se anuncia el paso por Rosario de sir John William Beresford, agregado cultural británico, sobrino nieto del general William Carr Beresford, de destacada intervención en las invasiones inglesas. Ante la importancia de la visita, las autoridades locales encargan a doña Quintina Pereyra Sosa, dueña de La Posta de los Postillones (ubicada en lo que hoy es la bajada Escauriza, en La Florida), una comida para agasajarlo. Ebria de argentinidad ante la prosapia invasora del visitante y su cortejo, doña Quintina decide preparar locro, la emblemática comida patria. Para tal fin, y procurando deslumbrar a los viajeros, dispone una enorme variedad de ingredientes, cada uno en platitos distintos, con la finalidad de arrojarlos luego a una misma olla inmensa y calentar el locro. Tal es su entusiasmo por la tarea que comienza a sumar elementos hasta superar las ochenta opciones, incluyendo maní, menta, trozos de corzuela, batatas y cardamomo. El tiempo que esto le lleva conduce a que la galera que transporta al ilustre visitante y su gente llegue a la Posta de los Postillones antes de que doña Quintina haya volcado su multifacético conjunto de bocadillos en la olla común. Hambriento y cansado, pero urgido por continuar el camino hacia San Nicolás, Beresford exige la comida, y no aguarda. Él y los suyos se lanzan sobre los platitos aún fríos y, ávidos y felices, dan cuenta en poco tiempo de su contenido.
—Es Beresford —sigue contando Zinny— quien, sorprendido y deleitado, bautiza al almuerzo como ‘pickles’, para así emparentarse con la denominación inglesa de los bocados que pueden tomarse con la mano.”
La Picada y su Origen Rosarino
Con la bandera de ”la picada y su origen rosarino” en alto, el genial Roberto Fontanarrosa nos pasea por los rincones ocultos de su ciudad, los secretos de Rosario, los boliches con las mejores picadas “fetas de salchichón bávaro del miércoles, rodajas de morcilla dulce del jueves, repollitos de Bruselas del viernes…”. En Negar todo y otros cuentos, Fontanarrosa conduce en una recorrida lujuriosa por el mundo de las picadas, con mucho humor y picardía, dignas de su genio. Un cuento que si no fuera cierto, merecería serlo.